Os hemos dicho ya el suficiente número de veces cuánto nos gusta África? cómo nos enamoramos de ella allá en el año 2008 justo en su corazón, Uganda? Queremos contagiaros porque este continente está fuera de los planes de los viajeros más veces de las que nos gustaría. Así que aquí estamos de nuevo, a punto de comenzar nuestra última etapa viajera de la vuelta al mundo. En esta ocasión recorreremos el sur del continente, muy desconocido para nosotros, un buen motivo para incluirlo en nuestro gran viaje.
Ruta para descubrir Namibia
Tras pisar brevemente Cape Town, sólo una noche porque ésta será la ciudad que nos verá volver a casa a principios de año, nos vamos hasta Windhoek, capital de Namibia, en un periplo en autobús de esos que nos gustan a nosotros. 22 horas después estamos en Windhoek, el punto de inicio de nuestra aventura en Namibia, y nunca mejor expresado porque vamos a realizar un tour llamado “The Adventurer” de 11 días en los que veremos los puntos más importantes del país.
Safari en Namibia: Etosha National Park
Nuestra ruta comienza en el Parque Nacional de Etosha, al norte del país. Con más de 22.000 kilómetros cuadrados éste es uno de los parques nacionales más importantes del sur del continente y más grandes del mundo.
Abel, nuestro guía, nos cuenta que Etosha significa literalmente “el gran lugar blanco” por las lagunas saladas secas que le dan este característico color a algunas zonas. De hecho, cuando vemos esa gran superficie salina no podemos dejar de sonreír y pensar en aquel otro salar, el de Uyuni que tan lejos ha quedado ya.
Abel también nos comenta, antes de llegar, que en esta temporada será complicado ver a los 4 grandes, y decimos 4 (que no 5 como se les conoce a los Big Five) porque el búfalo no habita este parque nacional. Sin embargo, poco después de empezar nuestro camino hacia Halali, donde haremos noche justo en las entrañas del parque, vemos al primero de los grandes, un rinoceronte descansando en compañía de varias jirafas y unos cuantos antílopes, al rato se les acercan unos chacales, esto promete…
Varias horas después, llegamos a nuestro campamento -o, mejor dicho, campamento de lujo- porque nos tienen preparada una habitación increíble, desde su decoración hasta el más mínimo detalle, todo está cuidado en el Halali Camp.
El toque final es que podemos ir a una charca caminando y esperar allí tranquilamente a que la suerte nos sonría y algún animal se acerque a refrescarse, el lugar perfecto para esperar mientras se prepara la que será una deliciosa cena, con postre incluido, preparada por nuestros guías Abel y Phillip.
A la mañana siguiente, la diana toca temprano, es el precio que hay que pagar por ver al segundo de los 4 grandes, el leopardo. Al más tímido de los animales, le siguen los leones, que reposan tumbados al sol para variar.
No ha sido en balde el madrugón, hemos podido disfrutar de estos felinos a los que nos encanta observar, desde un lugar seguro por supuesto. Cuando volvemos al campamento para desayunar nos espera uno de los mejores desayunos de todo el viaje, con gran cantidad de variedad donde escoger, y tenemos hambre… después de un safari tan provechoso nuestros estómagos rugen cual león.
Ya saliendo del parque, por la tarde, la suerte nos sonríe y el último de los grandes que nos faltaba hace su aparición. El elefante, concretamente una gran manada de ellos, con machos, hembras y varios pequeños. Es una estampa siempre preciosa, estos grandes animales desprenden bastante elegancia a pesar de su tamaño y de lo que deberían ser unos pasos torpes, y en su mirada siempre encuentras algo que te habla sobre la inteligencia de la que son poseedores. Este encuentro ha puesto el broche de oro a un gran comienzo de nuestra aventura en Namibia, algo que solo puede terminar mejor.
Es en Etosha Village, a escasos kilómetros fuera del recinto del parque nacional, donde pasamos nuestra última noche de safari, un lugar que te hace sentir un verdadero aventurero. En tu propia tienda de campaña, también llamada “Tented Camp” y con tu ducha al aire libre, para respirar esa sensación de libertad que sólo algo así te ofrece. La cena estilo buffet pone la guinda, ya que ahora seremos capaces de saber cómo saben algunos de los antílopes que hemos descubierto hoy, como el kudu o el springbok… y saben de maravilla.
Costa de los esqueletos en Namibia
En nuestro camino hacia Swakopmund, la ciudad creada en “Las puertas del infierno”, como denominaron los portugueses a esta costa de Namibia, encontramos la famosa Costa de los Esqueletos, nombre embriagador y a la vez macabro.
La historia cuenta que el nombre viene dado por la cantidad de huesos que llegaban a las playas, ya fuera de ballenas que encallaban o de pobres marineros naufragados sin un destino muy halagüeño, o que llegaran a pleno desierto de Namib sin posibilidad de sobrevivir en esas condiciones.
Hoy en día pueden aun verse los restos de los pecios, algunos semi enterrados entre las numerosas dunas que cada año ganan terreno al mar y que son, en parte, las causantes de tantos naufragios. De otros casi no queda nada y, sin embargo, existen algunos naufragios más recientes, a pesar de los avances tecnológicos, como el que pudimos observar de cerca a poca distancia de Swakopmund.
Swakopmund y Sandboarding
Si suena a alemán y parece alemana… Swakopmund, una de las ciudades más extrañas que hemos visitado. Lo extraño no es que parezca una ciudad alemana -y estamos en continente africano-, lo extraño no es que esté repleta de adornos navideños, de hecho estamos ya en diciembre y aunque a nosotros no nos lo parezca, la Navidad está al caer y aquí también se celebra. Lo extraño es su ubicación, en medio del desierto.
Sin embargo, Swakopmund atrae a mucha gente, a muchos turistas, y a muchos otros que quedan hipnotizados por este pueblo extraño y deciden quedarse aquí a vivir. Algunos de ellos montan un negocio, uno de aventura, en el que puedes hacer casi cualquier cosa. Quad por el desierto, paracaidismo, y algo que, a priori, parece más sencillo, y que por este motivo escogimos nosotros, Sandboarding.
Este deporte de aventura es, en realidad, un derivado del Snowboarding, sólo que cambiamos la nieve por la arena. Como no somos grandes expertos en estas labores, nos decidimos por probarlo estirados, y la adrenalina empezó a surgir a borbotones. A más de 75 Km/h en alguna de las bajadas y, aunque dure apenas unos segundos, la experiencia marca. Sobre todo, si no sigues las indicaciones de tu instructor, ¡puedes acabar gravemente embadurnado de arena!
Nos divertimos mucho, nos cansamos bastante, es lo que tiene subir una y otra vez esa duna infernal que has bajado a 50 Km/h en apenas unos segundos, que te toca subirla de nuevo… Pero para eso está nuestro hotel, el Hotel a La Mer, que te permitirá disfrutar de la tranquilidad y curar tus doloridos huesos después de tus actividades aventureras.
Windhoek, capital de Namibia
Después de unos días libres en la capital de la aventura, nos marchamos a ¡la capital oficial! Nos encontramos de nuevo en casa, en nuestro Hostel Chameleon Backpackers, esperando próximo destino en un par de días. Así que aprovechamos para descubrir un poco más a fondo sobre la historia de este país, del que, hasta ahora, poco sabíamos.
Realizamos un tour “El Tour por la ciudad y los suburbios”, y nos ilustran con datos abrumadores sobre el Apartheid, tal vez sea más conocido en el país vecino al sur, pero aquí se vivió de igual o peor modo, más callado, más en silencio. Lo positivo del asunto es que aquí la gente parece haber superado mejor esa horrorosa fase de su historia, parece que se alegran de hablar alemán, parece que se alegran de convivir con la otra raza, aquella que les hizo sufrir hasta niveles insospechados, parece que aquí, en Namibia, saben perdonar.
Queremos aprovechar también nuestra estancia en la capital para acercarnos a la población local y, por ello, nuestros amigos de Chameleon nos llevan a conocer a una fuerte mujer con la que colaboran. Ella, Monica, cada día cocina en su casa para casi 500 niños de las zonas más desfavorecidas de Windhoek. Utilizando como transporte los taxis, transporta toda la comida a uno de los suburbios donde tiene un pequeño local que sirve de comedor, allí cada día se congregan cientos de niños con la intención de llevarse algo al estómago.
Hoy echamos una mano, y ayudamos a repartir la comida, bebida y un chupa chups por niño, lo más desconcertante, para nosotros, es el orden, la paciencia, y el respeto que estos niños se muestran entre ellos y, también, hacia aquellos que saben son su fuente segura, no sólo de alimento, sino también de esperanza.
Las dunas rojas del desierto de Namibia y Sossusvlei
La última etapa de nuestra ruta por Namibia consiste en visitar el famoso desierto de Namibia, y en escalar alguna de sus enormes dunas. En esta ocasión, acamparemos en el desierto, dotados con nuestras tiendas de campaña y nuestro saco de dormir, no necesitamos más para adentrarnos en la espectacular belleza de este rincón del mundo.
Cuando llegamos al campamento, ya es tarde, así que sólo vamos a poner a prueba a nuestras piernas para la ardua tarea de mañana. Contemplamos un bello atardecer y comprobamos que subir una duna no es nada fácil. Los pies se te van enterrando con cada paso, aunque yo no me fijo en ese detalle, mis sentidos están totalmente concentrados en la contemplación del paisaje, abrumador, desolador pero brutalmente bello…
La prueba ha surtido efecto, y a pesar de levantarnos a las 4:30 de la mañana para ser testigos de uno de los amaneceres más espectaculares que la madre Tierra nos ofrece, estamos despiertos y escalamos considerablemente bien los 300 metros que nos separan de la cima, nuestro objetivo. Es curioso cómo los colores hacen que un lugar no sea simplemente bello, sino que sea asombroso…
Cómo el sol regula con cada segundo una tonalidad distinta de rojo, naranja, amarillo, marrón, y cómo la oscuridad que cubría el horizonte va tomando un aspecto cálido para revelarse como parte viva y llamativa de nuestra vista. Puede sonar agotador, puede sonar terriblemente exhausto comenzar un día de esta manera, pero aunque no lo creáis, es uno de los mejores comienzos de día que jamás hemos tenido.
Después de un descenso divertido y reparador por la famosa Duna 45, nos espera un gran desayuno como recompensa por el madrugón, y como energía para la siguiente parte del día.
Caminaremos unos 5 kilómetros por el desierto hasta llegar al fotografiado y más fotografiado DeadVlei. Para aquellos que no lo conozcáis, tan solo debéis imaginaros una obra de Dalí, entonces y sólo entonces seréis capaces de discernir entre la realidad y la fantasía, o tal vez no… tal vez empecéis a comprender que el surrealismo de Dalí tenía cabida en el mundo real.
La estampa es tenebrosa, la estampa es tétrica, podría perfectamente ser el escenario de una película de terror, de las antiguas… Sin embargo, es la soledad y el concepto de muerte lo que abunda en este lugar tan desolado. Las acacias casi petrificadas son un recordatorio permanente de lo que puede ocurrirte si te adentras sólo en el desierto de Namibia…
Hasta aquí nuestro paso por Namibia, el país donde nos reencontramos con nuestra amada África, un lugar donde volvimos a crear ese romance que nos tiene destinados a estar ligados para siempre.
Sentimos el olor a sabana en Etosha, casi alcanzamos a tocar a esos grandes felinos que nos quitan el sueño cuando no podemos encontrarlos, recordamos tiempos añejos al encontrar que cada lugar en la tierra tiene su homónimo en algún otro rincón, aunque sea a miles de kilómetros, rejuvenecimos al lanzarnos por dunas de arena a una velocidad lo suficientemente alta como para que haga que tu corazón lata más rápido de lo normal, nos encogimos ante la bondad y la generosidad de la gente local y nos emocionamos cuando cientos de niños se acercaban corriendo con una amplia sonrisa en su cara hacia nosotros para recibirnos.
Y, por fin, con el desierto y sus dunas rojas volvimos a creer que la vida y la muerte son simples estadios que todos llevamos en nuestro interior, que la belleza no es sinónimo de bonanza y que, a veces, es la realidad la que supera a la imaginación. Namibia nos encantó.
Soy uno de los fundadores de este Blog, también amante de los viajes y la fotografía. ¿Mi destino favorito? Japón. En mis posts te cuento todo sobre los lugares que más me apasionan.
Madre mía que envidia nos dáis desde aquí, desde Asturias. Quizás un día cojamos el petate, nos lo carguemos al hombro y nos vayamos a la aventura por esos países tan maravillosos. Un saludo.
Hola! Os recomendamos muy mucho un viaje a Namibia, es una pasada de país 🙂
Un abrazo!
Hola! ya sé que hace muchísimo tiempo que hicisteis este viaje… pero por casualidad recordaos cuanto os costó todo? Tengo ahora vacaciones (en septiembre) y la verdad que aún no me he decidido a dónde ir, aunque Namibia era uno de los lugares a los que quiero viajar algún día
Hola Pilar!
Es difícil recordarlo lamentablemente. Namibia es un lugar espectacular, pero sí que es un pelín caro, en general todo viaje a África, aunque parezca contradictorio, lo es. En el post hay el enlace al lugar donde nosotros nos hospedamos y donde cogimos el tour, quizás allí puedas encontrar información actualizada de los precios.
Un saludo!
Que buen post, un saludo de una amante de los viajes, gracias!