Esta entrada es diferente al resto, hoy no os vamos a contar qué ver en Nueva York, ni qué hacer, ni dónde comer o dormir, o cómo moverte por la ciudad. Todo eso llegará, en su momento, para ayudaros a organizar vuestro viaje a Nueva York y sacarle el máximo provecho. Hoy nos sentimos nostálgicos y os vamos a escribir con el corazón sobre porqué volvimos a Nueva York.
Primer viaje a Nueva York
En 2008, aun en nuestros veintipico creímos que el mundo era nuestro cuando pisamos por vez primera Manhattan. Aun recuerdo cómo no podía dejar de mirar hacia arriba, marearme con esos metros de acero que no parecía que tuvieran fin, y sentirme pequeñita e insignificante. Aun recuerdo el caos del tráfico y de la gente volando a escasos centímetros de mí, absorta e inamovible ante tal magnitud de pensamientos y sensaciones. Fue abrumador, fue intenso y, desde luego, fue determinante como mi primer recuerdo de la ciudad que ansiaba conocer desde pequeña.
Cuando llegas a Nueva York y la ves por primera vez es inevitable que sientas ese… “¿te conozco?” Un deja vu que engaña a tu mente y a tus recuerdos. Y es que ¿cuántas veces has visto ese mismo lugar? sólo que aun no lo conocías en persona, sino a través de millones de imágenes en películas, series, publicidad, revistas, y hasta en dibujos animados!
¿Qué es lo que tiene Nueva York?
Nueva York posee un atractivo del que carecen muchas ciudades, sobretodo este tipo de ciudad en que la historia es reciente. No encontraremos rincones romanos, ni templos griegos, no veremos castillos de la edad media o asentamientos celtas ni vikingos. No, sólo de vez en cuando avistaremos edificios del S. XVIII, o fábricas del 19 reconvertidas en museos o puntos de encuentro hipsters.
Sin embargo nos atrapan sus luces, nos atrapa su Skyline, nos atrapan los recurrentes contrastes que no dejamos de ver en los distintos barrios de la ciudad, como ya os contamos en este artículo sobre el Tour Contrastes de Nueva York, que te hará descubrir la esencia de Nueva York.
Las expectativas no son buenas
Cuando te decidas a salir a la jungla de cristal, ten presente que si no llevas un antídoto puedes sufrir una enfermedad incurable, esa que nos llevó a nosotros a volver a la ciudad que nunca duerme, y una vez regresados a pensar cuando volvemos a volver. Lo que pasa es que ese antídoto solo lo puedes conseguir teniendo una mala experiencia o simplemente esperando más de lo que deberías. Y es que Nueva York corre el riesgo de ser tratada injustamente, es lo que les ocurre a lugares tan míticos y deseados, que los idealizamos y, en ocasiones, no sabemos asumir que lo que teníamos en mente era solo una imagen utópica de la realidad. Por suerte a nosotros no nos ocurrió, ni la primera, ni la segunda vez que viajamos a Nueva York.
Segundo viaje a Nueva York
Y así es como llegamos a la ciudad que nos abrumó 8 años antes, a la ciudad que nos enseñó a soñar despiertos, que nos abrió la mente a creer que los sueños se cumplen, y que alimentó nuestras ansias de seguir recorriendo mundo. Nueva York siempre será especial para nosotros, fue de nuestros primero viajes, cuando aun viajar era algo que hacíamos solo de vez en cuando, cuando no se había convertido aun en nuestra manera de afrontar la vida.
Volver a Nueva York ocho años después significa volver a descubrir todos los rincones que ya fueron revelados en su momento. Ocho años son muchos y más, como en nuestro caso, cuando has perdido casi todas las fotografías de esa primera vez… Inevitablemente quieres volver a disfrutar de las vistas de la ciudad nocturna desde el gran Empire State, aunque esta vez compararás esas vistas con las de Top of the Rock y las de One World Observatory.
Inevitablemente quieres volver a pasear por el puente de Brooklyn, aunque esta vez no volverás corriendo atrás, sino que te animarás a pasear por el otro distrito y descubrir que casi te gusta más que la propia Manhattan, aunque la culpa la tenga precisamente la isla de enfrente y las vistas que te atraparán desde Brooklyn. Esta vez te dedicarás a moverte un poco para llegar a DUMBO y entender que no hay ninguna estatua en honor al simpático elefantito 😉 sino que la simple arquitectura de acero te hará estremecer.
Cómo no, esta vez no te limitarás a vagar sin sentido, aunque disfrutando, por la ciudad… ahora sabes lo que quieres, sabes lo que más te gustó y tienes claro que tu prioridad es experimentar y no sólo ver, por eso vas a saborear cada especialidad que caiga en tus manos, salada, dulce o en forma líquida. Y cuando no puedas más… podrás más! Esta vez te dedicarás a los nuevos atractivos de la ciudad como el tour “The Ride” del que os hablaremos más adelante pero que nos hizo amar aun más este viaje. Y por último, sobrevolarás la estatua de la libertad, sobrevolarás Central Park y te preguntarás quien eres y qué pasó con tu miedo a volar… quizás Nueva York sea la cura a todo eso y más…. solo tienes que venir a redescubrirla.
Desde la distancia, ahora podemos decir que viajar a Nueva York por primera vez es muy diferente a hacerlo una segunda. Quizás sea aplicable a todos los viajes que hacemos en nuestra vida, y es que el ojo humano, o nuestra percepción, no puede asumir en una sola vez toda la belleza que rodea un lugar, debemos volver como mínimo una más… ¿no te parece?
Aventurera y curiosa incansable. Amo la escritura y siempre sueño con el próximo viaje. En mis posts te llevo a mis destinos favoritos para inspirarte y facilitarte tu viaje
